¿Qué tipo de relaciones estás construyendo?

¿Te has preguntado qué tipo de relaciones tienes? ¿Si son beneficiosas para ti y para el otro?

¿Si éstas son un móvil para trascender, compartir, aceptar y amar, o si estás edificando relaciones toxicas, de apego, necesidad, demanda e intranquilidad?

Vamos a adentramos en este tema y comenzaremos por analizar cómo nos vemos y como pensamos al otro, posicionándonos en las Siete Leyes Universales

Si podemos reconocer que somos energía y mente y que todo lo creamos en ella y en consecuencia vibramos; conseguiremos alivianarnos y darnos lo que precisamos trabajar en nuestro interior para dejar de necesitar que el otro nos lo dé, ya que “Como es adentro es afuera”.

Desde el ego

Desde el punto de vista del ego vemos al otro como algo separado de nosotros mismos, como una oportunidad para obtener algo que necesito, que me hace falta y me va a completar, busco ese algo de lo cual carezco, que interiormente siento que no tengo. Esa persona me puede dar alegría, seguridad, amor, amistad, compañía, confianza… Pero todo esto desde el ego, posicionado desde (el yo y el tú) el otro está ahí para satisfacer mis necesidades y en relaciones como estas, prácticamente yo siento que el otro tiene la obligación de darme lo que quiero y no lo que verdaderamente tiene para compartir. Son relaciones basadas en la escasez y la demanda. 

Desde la energía 

Energéticamente el otro es un espejo, refleja lo que anida en nuestro interior. El otro no puede darme nada que yo ya no tenga. 

“Todo, todo lo que veo en el otro está dentro mío” Esta es una enseñanza espiritual que nos cuesta comprender, pero si revisamos, con el tiempo nos daremos cuenta que es así. Lo que nos agrada de los demás y lo que nos molesta, lo que admiramos y lo que despreciamos, todo, está dentro de nosotros. Vinimos a recordar que somos uno y parte de una gran fuente de energía, cada persona que aparece en nuestra vida es la correcta, ellas nos vienen a mostrar lo que tenemos que trabajar y sanar interiormente. 

Revisemos entonces lo que exigimos, demandamos o queremos del otro.

1- ¿Reclamamos que nos amen? Fíjate si te amas incondicionalmente, trabaja en ti. Revisa todo aquello que proyectas, pides o crees que necesitas del otro.

2- ¿Pretendemos atención? Revisa si estás dando prioridad a tus necesidades, a los momentos contigo mismo. Si no te das tiempo y atención difícilmente el otro lo haga.

3- ¿Proyectas en el otro que cuide de ti, que te hagan feliz? Analiza, como puedes cuidar de ti mismo, que haces por ti para alcanzar la felicidad. Recuerda que a todo lo tienes dentro.

Las relaciones basadas en el apego, la necesidad y la carencia se transforman en relaciones toxicas fundadas en el miedo y en la continua escasez, penuria y control.

Solo podemos amar verdaderamente cuando aprendemos a amarnos y respetarnos. Debemos hacernos responsables de nosotros mismos, de darnos lo que necesitamos, sentirnos completos por que el otro no puede completarnos, no puede darnos lo que ya tenemos dentro y no hemos cultivado.

Si logras sentirte abundante, seguro, desapegado del otro, sin necesidades ni demandas conseguirás empoderarte y gozar de mucha paz y confianza. Recuerda que la relación más importante es la que concebimos con nosotros mismos ya que si nos sentimos completos y capaces dejaremos de proyectar en el otro y podremos disfrutar de relaciones sanas, crecer y transformarnos con ellas.

El otro siempre es un reflejo de nosotros mismos, tenlo siempre presente y ponte a trabajar, cuanto mejor estemos con nosotros mismos, más valiosas y satisfactorias serán nuestras relaciones. Elige sentir, verte y ver al otro desde el corazón, con pensamientos de amor atendiendo a tu luz interna. 

La Pacha Humitos del Litoral.