Mucho escuchamos hablar de Inteligencia Emocional. ¿Pero sabemos realmente qué es? En este artículo nos ocuparemos de ella y conoceremos los beneficios que esta nos trae para gestionar favorablemente nuestras emociones.
Un poco de historia.
Edward L Thorndike (1874-1949) EEUU. Psicólogo, Pedagogo, calificado como el antecesor de la Psicología Conductista, en 1920 utiliza el término Inteligencia Social para describir las habilidades para comprender y motivar a las personas. Hasta el momento la definición de inteligencia tenía que ver solamente con la memoria de un individuo y su capacidad para resolver problemas. A partir de aquí comienza un largo camino en el mundo de la ciencia al investigar sobre este tema.
En 1983 Howard Gardner (1943) Psicólogo e investigador estadounidense, orientado hacia la neuropsicología, formula la teoría de Inteligencias múltiples señalando que los test para medir el cociente intelectual no legitiman plenamente la capacidad cognitiva de una persona, ya que no incorporan en su análisis la inteligencia interpersonal, ni la intrapersonal que son las capacidades de entender al otro y a uno mismo en los sentimientos, motivaciones, temores y expectativas.
Nuestro cerebro se divide en dos hemisferios, en el lado izquierdo se encuentra nuestra mente racional y en el derecho la emocional, estos están comunicados entre sí para poder realizar los procesos vitales y se parecen pero comparten algunas diferencias entre ellas el modo de procesar la información.
Hasta hace algunos años se creía que lo más importante era el desarrollo de la inteligencia racional y era a lo que se aplicaba en los test; pero a partir de las investigaciones de las teorías nombradas anteriormente, queda probada ampliamente la importancia de la IE, que desarrolla la empatía, el liderazgo y la autoconciencia en otras habilidades.
En 1995 el Psicólogo estadounidense Daniel Goleman publica sus investigaciones en el libro Inteligencia emocional, dándole gran impulso a esta teoría.
¿Qué es gestionar tus emociones?
La gestión de emociones tiene que ver con qué piensas de ellas, como te relacionas, si entiendes lo que te están queriendo decir. Dependiendo de las habilidades y competencias que desarrolles, tendrás una buena inteligencia emocional y podrás gestionarlas de la mejor manera. Miedo, ira, odio, ¿las reconoces, las acoges, te dominan? Solo tenemos que aprender a reconocerlas, comprenderlas, saber por qué aparecen y que nos están queriendo decir. Esto también cuenta con las emociones de los demás y las reacciones a las que llevan. Si comprendes la carga de las emociones podrás encontrar atajos y nuevas habilidades para usar diariamente.
Para Desarrollar la inteligencia emocional deberás volverte un observador de las mismas, entrenarte y acogerlas para que no te dominen los impulsos. Solo así podrás controlarlas y elegir una forma de proceder sana. Nuestro cerebro es flexible y tienes la capacidad para mantener un equilibrio entre la mente lógica y la emocional.
Las emociones no son buenas ni malas.
Las emociones son estados afectivos y tienen su origen en el sistema límbico, estas nos preparan y adaptan para reaccionar ante un estímulo.
La palabra emoción etimológicamente proviene del Latín Emotio y su significado es movimiento, ese impulso que acompaña a las emociones emana de un conjunto de reacciones orgánicas que tienen el fin de adaptarnos al medio. Son mecanismos de supervivencia que establecen nuestra posición y modo de relacionarnos con el entorno.
Las emociones generan nuestros pensamientos y estos están cargados de (creencias, recuerdos y experiencias) esos pensamientos disparan la manera de actuar ante esa emoción.
El miedo por ejemplo nos pone en alerta, si aprendemos a gestionar nuestras emociones podremos acogerlo y desarrollar estrategias para accionar ya que también seremos conscientes de nuestros pensamientos y creencias. Ejemplo: Caminamos a la noche por una calle oscura y sentimos miedo, se activa nuestra creencia de que algo malo nos puede pasar, asociamos oscuridad con peligro. ¿Pero, es cierto que si caminamos por una calle oscura nos pasara algo malo? ¿No, verdad? No se trata de salir corriendo, ni de que esta emoción nos paralice. Sino de encontrar la mejor estrategia para actuar. A través de una buena gestión de nuestras emociones iremos adquiriendo la habilidad de solucionar problemas y obtener varias perspectivas para regular las emociones.
La ira: Esta emoción aflora cuando necesitamos poner límites, defendernos de algo que nos puede lastimar. Es un mecanismo de defensa, pero si no gestionamos esta emoción bien puede llevarnos a la violencia física y verbal, que no solo no solucionaría el problema, sino que lo empeoraría. Puedo poner límites utilizando otras herramientas más sanas utilizando la energía de la ira sin violencia.
La tristeza: Esta emoción surge en situaciones de pérdida, una relación que se termina, un proyecto que no se concreta, la muerte de alguien querido. Como ya dijimos, no hay emociones ni buenas, ni malas. La tristeza nos ayuda a realizar duelos, a comprender y corregir errores, a cortar lazos que ya no son beneficiosos.
Aprender a gestionar el dolor nos lleva a comprender y aceptar que una persona ya no estará más. Que a ese proyecto que no se concretó le faltó algo y nos dará el impulso de modificarlo y volver a intentarlo. En definitiva, que lo que nos ocurre no es el fin del mundo.